El último dato reportado de la inflación en nuestro país para el mes de noviembre parecería muy alarmante ya que se registra una variación de 1.14 por cierto, situando la cifra anual en 6.23. Sin embargo, vale la pena preguntarse qué tan alarmante es este dato en la medida que esté reflejando desajustes en los mercados o expectativas desbocadas. De estos 114 puntos, 49 corresponden a precios administrados y concertados (fundamentalmente los primeros), los cuales obedecen a decisiones de política (e.g. gasolinas) y 18 puntos corresponden a frutas y verduras, los cuales son altamente volátiles y no reflejan necesariamente desajustes estructurales de oferta y demanda en el mercado sobre los que quisiera incidir la política monetaria. ¿Valdría la pena reflexionar sobre esto en el marco de decisiones de política monetaria y su coordinación con política fiscal?
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