martes, 1 de octubre de 2013

Los 20 Años del CIDE y el Bien Público


Les comparto esta nota que escribió Ricardo Fuentes-Nieva, ex alumno de la Licenciatura del CIDE a propósito de los 20 años de la creación de las licenciaturas. Ricardo actualmente es  Jefe de investigación de Oxfam GB. Rive, para los del CIDE. @rivefuentes


Hace unas semanas el Centro de Investigación y Docencia Económicas celebró los primeros 20 años de sus licenciaturas. Hay mucho que festejar. En 1993, durante los últimos estertores del Salinismo, el entonces director del CIDE, Carlos Bazdrsch Parada, puso en marcha un experimento ambicioso e innovador para un centro de investigación sin ninguna experiencia docente en licenciatura. En el verano de ese año un grupo diverso de jóvenes empezaron su formación en economía y ciencias políticas/relaciones internacionales. Es fácil imaginar otra historia pero el CIDE se convirtió rápidamente en una de las mejores opciones para estudiar ciencias sociales en México. No es un logro pequeño. Felicidades a toda la comunidad del CIDE. Yo no soy parte de la primera generación sino de la segunda (quiero, en parte, dejar en claro que hay gente con más edad). Igual, soy uno de los veteranos. Durante la reciente celebración, me pidieron relatar los periplos profesionales que me llevaron a la posición que ocupo actualmente, como jefe de investigación de Oxfam Gran Bretaña. Si están interesados, pueden ver el video de la presentación en YouTube. Lo que no conté entonces fue mi vida antes del CIDE. Creo que es importante para recalcar la diferencia entre el antes y el después para mi. El CIDE me cambió la vida, y así creo que lo hizo para la mayoría de mis compañeros de generación. Yo nací y crecí en el estado de Hidalgo; la casa de mis padres está en un lugar llamado Tepeapulco, donde viví hasta los 16 años. Mi padre trabajo por décadas en la Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril, donde se construían, entre otras cosas, los vagones del metro de la Ciudad de México. Mi padre se retiró en 1982, justo cuando México entraba en la crisis de la deuda y la década perdida. Mi madre fue ama de casa. Ninguno de los dos terminó la primaria. Yo me eduqué, como todos mis hermanos, en las primarias y secundarias publicas de Ciudad Sahagún, también en el municipio de Tepeapulco. Primero fui alumno de la Escuela Primaria Adolfo López Mateos, después de la Escuela Secundaria Técnica número 2 (dibujo técnico) y después del CBTIS 59 (técnico en electrónica). Cuando terminé el bachillerato, empecé la carrera de letras hispánicas en la UAM Iztapalapa, done viví dos huelgas sindicales/paros estudiantiles en los cinco trimestres que allí curse - una experiencia típicas para chicos con mis características socio demográficas. Fue en la UAM donde varios de mis entonces compañeros empezaron a hablar del experimento de las licenciaturas del CIDE. Pero, para ser sinceros, nadie sabía de qué se trataba. Las promesas eran varias pero era imposible saber cuál era el retorno o el riesgo - no había ninguna información. La única certeza que ofrecía el CIDE era un estipendio mensual para cubrir gastos de manutención y los relatos de los estudiantes de la primera generación de largas horas enfrente de libros en una colina de Cuajimalpa. Base mi decisión de solicitar ingreso al CIDE en la combinación de la promesa de largo plazo de una educación inigualable con la certeza de corto plazo que podría pagar mis gastos en ciudad de México semana a semana. Fue, probablemente, la mejor decisión que he tomado en mi vida. El CIDE multiplicó enormemente mis oportunidades profesionales y personales. Como dije durante la celebración, tratar con contra factuales siempre es complicado pero yo estoy convencido que no habría trabajado en distintos organismos internacionales, no habría tenido la posibilidad de vivir en distintos países, no habría tenido la oportunidad de desarrollar una voz propia y tener completo control de mis intereses profesionales. Lo que estoy tratando de decir es muy simple: el CIDE, en mi experiencia, es una de las pocas instituciones en México con el poder de ofrecer esas oportunidades a personas que no nacieron en posiciones privilegiadas. Así como la playa es el gran ecualizador social en Rio de Janeiro, el CIDE es un gran ecualizador de oportunidades para chicos con talento, con deseos de trabajar y comprometidos a estudiar. Es, en mi experiencia, magia. Durante varias discusiones en años pasados, mucha gente me decía que, ahora que el CIDE tenía una reputación bien establecida, podría atraer mejor talento cada año. No estoy de acuerdo con esa visión. En un país como México, los chicos mejor educados al salir del bachillerato son los chicos que, casi por definición, han tenido más ventajas, más privilegios y mejores oportunidades. Tendrán mejor formación matemática, mayor autoesima y capacidad social y mejor manejo de idiomas extranjeros, pero también es cierto que son los chicos a los cuales el CIDE les ayudará menos. La pregunta es ¿debe el CIDE enfocarse en educar a los chicos que vienen con mejor formación de los bachilleratos públicos y privados del país? La respuesta, para mi, es clara: no. El CIDE debe educar a los chicos con mayor talento, condicional en las oportunidades que han tenido a través de la vida. De otra manera, el CIDE dejaría de ser el gran ecualizador social. Dejaría de ser una institución con fines públicos. Lo cual me lleva al último punto que quiero hacer. Durante una de las mesas redondas de la celebración de los 20 años de las licenciaturas discutimos como ha cambiado México desde 1994. Un joven de recién ingreso, Luis Felipe Velásquez, hizo una pregunta. Luis Felipe nos dijo, más o menos, "nosotros somos la generación del 94, ¿qué es lo que podemos hacer por México? ¿qué es lo que nos toca hacer por México para que en 20 años hablemos del progreso del país". Su pregunta se perdió en nuestra inseguridad. Nos enfocamos en un hecho: ¿de verdad estos chicos nacieron en el 94? No puede ser! Yo aún recuerdo la portada del Proceso cuando el levantamiento Zapatista nos sacó del primer mundo que Salinas nos prometió con el Tratado de Libre Comercio. Me acuerdo también de la portada después del asesinato de Colosio. Puedo recitar sin ningún problema la alineación titular de la selección en el Mundial de ese año (¿Zague!?). Pero ese no es el punto. Esta es mi respuesta a Luis Felipe. Lo que los chicos que ahora estudian en el CIDE pueden hacer es dedicar más tiempo y energía al bien público, los asuntos públicos, lo que en Roma llamaban Res publica. México siempre ha sido un país donde, dadas las condiciones, siempre es más fácil velar por intereses individuales. Nuestras instituciones siempre han sido débiles y no ha habido los necesarios pesos y contrapesos para fomentar la justicia social, la inclusión, la formación de una sociedad fuerte y solidaria. Pero es justo por eso que la mayor aportación que uno puede hacer es tratar de mejorar las instituciones para hacer la sociedad más justa, más fuerte, más inclusiva – sobre todo si uno tiene el privilegio de tener una de las mejores educaciones del país financiada por el erario. Esa es nuestra responsabilidad como alumnos actuales y pasados del CIDE, así como del CIDE mismo. Dentro de 20 años, o antes, deberemos reunirnos de nuevo, jóvenes y no tan jóvenes, y rendir cuentas de lo que hemos hecho por el bien público. Allí nos vemos. Pueden seguir a Rive en Twitter @rivefuentes

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado profesor

El CIDE es una gran institución educativa en ella se han formado grandes talentos, es una institución que se caracteriza por brindar oportunidades a personas que no nacieron en posiciones privilegiadas, y como dice el profesor Sala i Martin no hay que desperdiciar talento, pues la práctica y el aprendizaje juegan un papel muy importante a la hora de determinar el éxito.
Profesor Villagómez, su vida antes del CIDE es el reflejo de la gran sensibilidad como persona y académico egresado de esa gran institución. Sólo nos falta un efecto multiplicador en otras instituciones!!!
No soy egresado del CIDE, pero a menudo me recuerda la experiencia que describe Sala i Martín cuando llegó a Harvard en el capítulo I de su libro Diálogos con Xavier Sala i Martin.

Felicidades!!

Anónimo dijo...

Concuerdo en que el CIDE, en los últimos años, ha logrado atraer a muy buenos estudiantes, que sin duda provienen de familias de medios y altos recursos. Sólo basta preguntar al compañero (alumno o ex alumno) del CIDE qué porcentaje de su educación es público y cuál es privado.

Ahora que vivo en Oaxaca, he tenido la oportunidad de conocer a jóvenes muy talentosos, que terminarán estudiando ciencias sociales en Universidades Públicas en Oaxaca y, más aún, la mayoría de ellos terminarán ineludiblemente ocupando puestos administrativos y burocráticos del gobierno estatal, en el mejor de los casos.

Como decía Ricardo (el famoso Ricardo ex-CIDE, no David Ricardo), ahora mi trabajo consiste en transformar a las instituciones públicas, para que en 20 años, hablemos de lo bien que se hacen las cosas en Oaxaca y, sin duda, en México.

Saludos!

Christian Jiménez Villarreal

Lorena B.P. dijo...

Dr. Villagómez en mi opinión, el CIDE no solo a formado grandes profesionistas, ni ha dejado huella solo en sus estudiantes o personal académico, también a marcado la vida de muchos que tuvimos la oportunidad de pertenecer a esta gran institución como trabajadores, el CIDE para mi fue un parte aguas no solo por haber mejorado mi nivel de vida y haberme enseñado la calidad humana que ahí se maneja, si no por haber tenido el orgullo y la gran satisfacción de trabajar en la División de Economía, de haberlo conocido a usted, a Rive cuando era alumno, al Dr. Fausto, Dr. Bazdresh, Dra. Aurora Gomez, Dr. Rubalcava, Dr. Torres y se que me faltan muchos a quienes guardo en mi corazón y no me queda más que decir gracias y muchas muchas felicidades por estos primeron 20 años y por los 20 y más que de seguro el CIDE seguira cumpliendo.