Gobernar para las élites: manos privadas sobre la democracia
Ricardo Fuentes-Nieva (@rivefuentes), jefe deinvestigación de Oxfam.
El 29 de abril de 1938, Franklin Delano Roosevelt envío un mensaje al Congreso de los Estados Unidos acerca del incremento de la concentración del poder económico. En éste, FDR decía:
“Acontecimientos tristes en el extranjero nos han re-enseñado dos verdades simples sobre la libertad de un pueblo democrático.
La primera verdad es que la libertad de una democracia no está a salvo si el pueblo tolera el crecimiento del poder en manos privadas hasta el punto que se convierte en algo más fuerte que el propio estado democrático.
La segunda verdad es que la libertad de una democracia no está a salvo si su sistema de comercio no entrega trabajo, y produce y distribuye bienes de una manera tal como para mantener un estándar de vida aceptable”.
En esa época la proporción del ingreso del 1 % más rico en los Estados Unidos era 15 %. Actualmente es el 19 %.
En el informe lanzado recientemente, Nick Galasso de Oxfam Estados Unidos y yo, analizamos el actual crecimiento de la concentración del ingreso y la captura política que tanto preocupó a Roosevelt. Primero: los ricos se están haciendo más ricos, más rápido.
Los ricos se están haciendo más ricos
La mitad más pobre del mundo, 3.500 millones de personas, posee un total de $1.7 billones de dólares en riqueza (menos de $4.000 dólares por adulto). Similar a la riqueza que poseen las 85 personas más ricas del mundo. En los Estados Unidos, el uno por ciento más rico ha acaparado el 95 % del crecimiento económico posterior a la crisis financiera entre 2009 y 2012, mientras que el 90 % con menos recursos se hizo aún más pobre.
En 24 de los 26 países (para los que tenemos datos), la proporción del ingreso que va para el uno por ciento más rico se ha incrementado constantemente desde la década de los ochenta –en algunos países de manera drástica. El uno por ciento más rico de la población en China, Portugal y los Estados Unidos ha más que duplicado su proporción del ingreso. Incluso en los países más igualitarios, como Suecia y Noruega, los ricos disfrutan de un pedazo del pastel más grande que hace tres décadas.
Riqueza y poder político
Segundo: la creciente concentración del ingreso y la riqueza está estrechamente asociada con el poder político y la influencia. Esto puede sonar obvio, pero es olvidado fácilmente. Ya sea a través del lobby, financiamiento de las campañas o de evitar la regulación, los ricos ejercen su poder en cómo se gobierna el resto de la sociedad. En “Gobernar para las élites” analizamos el mecanismo por el cual la riqueza entrega influencia política, que a su vez genera mayor riqueza para unos pocos elegidos.
La influencia desigual de los ricos ocurre a través de diferentes canales. Tomemos el ejemplo de México y Carlos Slim. Slim es el CEO y presidente de América Móvil, que controla casi el 80 % de los servicios de telefonía fija y el 70 % de los servicios de telefonía móvil en el país. La OCDE ha argumentado que el “comportamiento monopólico incesante” de América Móvil está respaldado por un “sistema legal disfuncional”, que ha reemplazado el actuar del gobierno y la responsabilidad de desarrollar políticas económicas y de regular los mercados.
Este casi monopolio ha tenido un costo significativo y sostenido para la economía mexicana y para los mexicanos, los que han pagado precios exagerados por el uso de las telecomunicaciones. En otras palabras, todos los días hay una transferencia de dinero (una redistribución de clase) desde mexicanos comunes al hombre más rico del mundo.
El ciclo de la riqueza y la influencia política
Tercero, un punto más sutil: cuando la riqueza y la influencia política están exclusivamente en manos de una minoría privilegiada, esta minoría cosecha además todos los beneficios de la educación y el mercado laboral. La movilidad social desaparece y grupos de personas quedan excluidos de la sociedad. La justicia no existe cuando el éxito es el resultado de un sistema que solo beneficia a aquellos que tienen poder y riqueza.
Concluiré con una advertencia. Las grandes y crecientes concentraciones del ingreso y la riqueza representan una amenaza a sociedades estables e inclusivas –la distribución desigual de la riqueza distorsiona las instituciones y erosiona el contrato social entre ciudadanos y el Estado. Se debilitan los pesos y los contrapesos establecidos para asegurar que la mayoría de la población sea escuchada, no se respeta la igualdad de derechos y disminuyen las oportunidades para todos –menos para unos pocos privilegiados. Esto ha sucedido antes y si no ponemos atención a esta tendencia preocupante, puede volver a ocurrir.
Esta columna fue publicada originalmente en inglés bajo el título Working for the few: private power over democracy en el blog de Oxfam. Traducción a cargo de la Revista Humanum.
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